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20 mar 2010

Elecciones legislativas 2010: Be Stupid




La última campaña de Diesel (Be Stupid) le vendría muy bien como epílogo a la jornada electoral del domingo. Colombia es un país estúpido, que no aprende del pasado, que repite los mismos errores, que olvida fácilmente, o tal vez ni siquiera olvida porque no se da cuenta de nada.  Me pregunto qué tendrán en la cabeza los que cambiaron esta vez su voto por un tamal, lo vendieron entre 20 y 50 mil pesos, lo dieron bajo amenaza o votaron “a conciencia” por alguno de los hampones que ahora son congresistas. Respuesta: no tenían nada en su cabeza, sino más bien hambre, miedo o ambición, que son los móviles corrientes del voto en nuestra triste “democracia”. El domingo, mientras escribía sobre "los jueces constitucionales y el Estado de Derecho como árbitros y vehículo de la democracia" (sí, qué belleza, yo sé que el título parece un verso de Rubén Darío), “inspirado”, es verdad, por el heroico fallo de la Corte que tumbó el referendo y la esperanza de que el país sí puede mejorar y convertir su política en un oasis de ideas que reemplace el pozo séptico que es, el "pueblo" colombiano se encargaba de desvirtuar cada uno de mis párrafos con sus votos.

En un artículo que escribí hace dos años, sobre el sistema de partidos colombiano afirmé lo siguiente: “En Colombia se está operando una profunda mutación de la dinámica partidista, de la cual son sintomáticos los resultados de las dos últimas elecciones presidenciales: la elección de Álvaro Uribe como presidente para el período 2002-2006 y luego su reelección para el período 2006-2010 con un movimiento político alterno a los dos partidos tradicionales Liberal y Conservador, marcan el paso del sistema bipartidista que había reinado hasta entonces, hacia una configuración política multipartidista de la cual hacen parte hoy, además de los recién conformados partidos uribistas que integran la coalición mayoritaria (Partido de La U, Cambio Radical, Alas Equipo Colombia, Colombia Democrática, Convergencia Ciudadana) junto al sometido Partido Conservador, el movimiento de izquierda Polo Democrático Alternativo (PDA) y el remanente del Partido Liberal, que se han consolidado como la fuerza de oposición” ("Rudimentos del régimen parlamentario: ¿una opción para Colombia?, en Revista Derecho del Estado, Número 22).

¿Qué tenemos para el período 2010-2014? (Mi análisis incluye sólo los resultados para Senado) La reiteración de un sistema de “multipartidismo extremo”, según la tipología clásica de Sartori (Parties and Party Systems: A Framework for Analysis, Nueva York, Cambridge University Press, 1976), con siete partidos relevantes,  aunque con dos nuevos actores, el PIN y el Partido Verde. Sartori identifica cinco tipos de sistema de partidos: escenarios políticos con “partido predominante” (un partido que gana en forma reiterada las elecciones), “bipartidismo” (con dos partidos electoralmente relevantes), “multipartidismo limitado” (de tres a cinco partidos relevantes),  “multipartidismo extremo” (seis a nueve partidos relevantes) y sistemas “atomizados” (diez o más partidos relevantes). Aunque el concepto de “relevancia” es problemático y los indicadores para medirlo desbordan el mero número de escaños, pues apuntan más a considerar la influencia de los partidos como instrumentos de gobierno, es decir, su capacidad para alterar la estrategia y dirección de la competencia en el parlamento (capacidad de oposición y chantaje, importancia en la conformación de coaliciones, posibilidad de obrar como contrapartido o partido antisistema, etc.), y varían según el desempeño de los partidos en el período legislativo, un partido que alcance el 5% de los escaños estará en principio llamado a tener algún protagonismo, y los que cumplen con esa condición en Colombia son, en su orden, los partidos de la U, Conservador, Liberal, PIN, Cambio Radical, Polo Democrático y Verde. ¿Qué significa para un régimen político contar con un sistema de multipartidismo extremo?, ¿una mejor o peor democracia? Ni lo uno ni lo otro. El multipartidismo puede ser funcional o no, según las aspiraciones que se aspire a satisfacer. Si se busca el consensualismo y la gobernabilidad, entre menos partidos, mejor. Si se busca el debate y la representatividad, entre más, mejor. Y todo depende por supuesto de las tendencias ideológicas de cada partido y su base social, que van a determinar los niveles de polarización del sistema en cuestión, y de la regularidad con la que los partidos logran acceder al poder (fragmentación). En este orden de ideas, hoy tendríamos tres partidos alineados con el gobierno (la U, Conservador y PIN), uno de dudosa alineación (Cambio Radical) y 3 de oposición (Liberal, Polo y Verde) que, al margen del desequilibrio en número de escaños (los 3 primeros cuentan con el 60%), ofrecen un panorama parcialmente polarizado y no tan fragmentado, pero pluralista y propicio para el debate democrático.

Las cuatro grandes catástrofes de la jornada, en orden de gravedad:
1. Un partido criminal (PIN) con 9 senadores (de los cuales 7 tienen procesos judiciales en su contra o son herederos de los caudales parapolíticos) y 900 mil votos que lo convierten en la cuarta fuerza electoral del país. Además, la elección de otro montón de senadores con problemas con la justicia, en situación “dudosa”: 10 de los 28 de La U, 4 de los 23 conservadores, 2 de los 17 liberales, 3 de 8 de Cambio Radical, 2 de 8 del Polo.
2. La resurrección del Partido Conservador, que hasta hace poco era un fósil, no sólo ideológico que siempre lo ha sido (por definición, para ser fiel a sí mismo, para “conservarse”), sino electoral. Ahora, al gran legado económico y social del uribismo (más miseria, desigualdad, precariedad en salud, desempleo, asistencialismo para los más ricos y menos recursos para inversión social debido al desangre de la guerra y las exenciones tributarias), sus grandes logros en defensa (militarización del país -4% del PIB  por el caño durante 8 años-, falsos positivos, espionaje de Estado, etc.), su herencia moral (parapolítica, yidispolítica, etc.),  hay que sumarle un legado ideológico escalofriante: la reconservadurización del país, es decir, la imbecilización de su política, porque si algo ha significado el conservadurismo históricamente en Colombia es eso, estupidez. Estupidez, mezquindad y persistencia para instilar el conformismo en la sociedad, para embrutecerla a tal punto que quiera “conservar” el deleznable estado de cosas reinante por encima de cualquier intento de reforma o aspiración de progreso: desigualdad social, discriminación, confesionalismo, mojigatería, regresividad tributaria son, entre otros, los puntos torales tradicionales del programa conservador colombiano. Si en un país desarrollado un partido “conservador” es algo lamentable (porque siempre se puede mejorar) en uno del tercer mundo es una inmoralidad.
3. El quiebre electoral de Compromiso Ciudadano, el partido de Fajardo, que no logró superar el umbral para el Senado y se quedó sin curules. Aunque el fracaso en las legislativas se veía venir, nadie se imaginó que sería tan estrepitoso. Esperemos que el daño para las aspiraciones presidenciales de Fajardo no sea considerable pues es posible, e incluso corriente en los regímenes presidencialistas, la elección de un Presidente sin bancada parlamentaria. Aunque sería ideal una alianza de Fajardo con Mockus para la primera vuelta, y Antanas ya manifestó que así lo quiere,  todo indica que es de descartar pues por el momento ambos tienen aspiraciones igualmente serias, pero sería casi natural en la hipótesis de una segunda vuelta con alguno de ellos (soñemos con una segunda vuelta “entre” ellos).
4. El vergonzante desempeño de la Registraduría y la organización electoral en general. Whisky en pleno conteo, temprano colapso de la página virtual (hackers, al parecer), lentitud en el conteo, improvisación, situaciones todas que crean un aire de duda, restan legitimidad a los escrutinios y hacen patente la urgencia una reforma que incluya la implementación del voto electrónico.

De lo poco bueno:
1. El nacimiento del Partido Verde como fuerza política, el triunfo arrasador de Mockus en la consulta interna con más de ochocientos mil votos,  prueba de que aún se puede hacer política en forma honorable en Colombia. Cada voto por Antanas Mockus fue una conquista de la cultura sobre el analfabetismo democrático. Mockus ahora no puede sino crecer para las elecciones y se perfila como  una opción viable para los que quieran otra forma de hacer política.
2. Nos salvamos a última hora del peor de los mundos posibles, que habría sido la posibilidad de una segunda vuelta entre Arias y Santos, si la consulta la hubiera ganado Arias. Sin embargo, la  mueca de decepción de Uribito, el niño genio de la trampa uribista (y eso no es poco logro), cuando perdió a última hora la consulta conservadora con Noemí, pagó con creces el susto que pasamos.
3. Se quemó el ala más clientelista del Polo, casi todos los “cristianos” (muchos que habían llegado al Congreso gracias al “milagrito” de la parapolítica, y otros del mismo partido donde mandan asesinar sus esposas) y Uribito "reloaded" (Nicolás Uribe); se incineraron actores, bailarines, comentadores deportivos, toreros, los de “la familia DMG”, ex reinas, veteranas con aspiraciones nudistas, enanos y algunos otros saltimbanquis y payasos (Moreno de Caro el primero). El circo pseudodemocrático colombiano los va a extrañar, sin duda, pero qué bueno que se fueron.


2 Comments:

Gaviota said...

Muy buena la opinión. Comparto casi todo lo del principio. Evidentemente, hay otras que no. Sin embargo, me gusta este ingreso sincero y sin tapujos. Felicitaciones.

Cathy S said...

Hay 2 frases que me gustaron mucho, y que resumen el artículo. La primera: "Cada voto por Antanas Mockus fue una conquista de la cultura sobre el analfabetismo democrático." Me parece que es una nueva esperanza para los que buscamos un nuevo "Macondo". Una salida a la estupidez. La segunda: "...se incineraron actores, bailarines, comentadores deportivos, toreros, los de “la familia DMG”, ex reinas, veteranas con aspiraciones nudistas, enanos y algunos otros saltimbanquis y payasos (Moreno de Caro el primero). El circo pseudodemocrático colombiano los va a extrañar, sin duda, pero qué bueno que se fueron." Ya era hora que la "consciencia" ciudadana actuara.